La lluvia amarilla de Julio Llamazares cuenta la última noche de Andrés de Casa Sosas, el último habitante de un pueblo
abandonado del Sobremonte Serrablés, en el Pirineo Aragonés.
El narrador es el último hombre de Ainielle, el que ha resistido hasta el final el proceso de la despoblación.
La historia comienza con la descripción de lo que él imagina una comitiva de hombres de los pueblos cercanos que llegarán,
tras el invierno, con la casi completa certeza de encontrarlo muerto.
Recorrerán las calles, llegarán hasta la que saben su casa, la descerrajarán de un disparo y, por fin, le descubrirán
"al fin encima de la cama, vestido todavía, mirándoles de frente, devorado por el musgo y por los pájaros".
Para llegar a este amargo final hay que antes conocer un largo proceso que se inicia, o que se desencadena, cuando los
últimos habitantes del pueblo, salvo él y su mujer, lo abandonan, tras vender la última cosecha y marchar a Biescas.
Él hace siempre lo mismo cada vez que una familia se marcha: esconderse hasta que parte, incapaz de asumir la soledad.